Chiringuito vs. Bocata
Llega el verano y las playas
alicantinas se llenan de turistas que vienen de todas partes a disfrutar del
magnífico clima español. Aunque cada vez son menos los beneficios económicos
que el turismo estival aporta a la hostelería alicantina seguimos teniendo que
hacer cola para degustar una paella valenciana en primera línea de playa.
Esto se debe
en gran medida a que los turistas que vienen a disfrutar de su verano a España
no tienen ganas de cocinar en sus vacaciones y, además les
resulta mucho más barato comer que en sus países.

Y el tercer
gran grupo que abarrota las playas es el autóctono, personas que viven en la
playa o cerca y que antes podían permitirse el lujo de
tomarse una cervecita en el chiringuito y ahora ya no.
Diferenciamos los tres colectivos turísticos que abarrotan, o no, los chiringuitos costeros:
EL TURISTA EXTRANJERO: Próxima
estación con parada: España.
El
turista extranjero es aquel que viene a las costas del levante desde cualquier
país del mundo, aunque normalmente suelen ser europeos. En busca de climas paradisíacos, buena comida, fiesta y algo de historia y cultura, los turistas extranjeros encuentran en las costas españolas la mejor respuesta a sus espectativas veraniegas.
Bajo estos parámetros las playas españolas se llenan de turistas europeos cada verano
que se distinguen por sus doradas cabelleras y rosadas pieles.
Este tipo de
turista también busca lo mejor para su economía, es decir, no viene de sibarita
pero en su país los precios son más caros así que este turista puede hacerle
frente a casi cualquier precio español.
Gracias a
los turistas extranjeros la hostelería alicantina sigue en pie. Los hoteles
abren sus puertas casi en exclusiva para ellos.
El turismo extranjero es la principal fuente de ingresos estival
alicantina
El turista
extranjero ve barata una paella a 30 euros a pie de playa así que es el prototipo
de comensal en un chiringuito costero, además de un gran bebedor capaz de
levantar la economía de cualquier pub de costa.
Este tipo de
veraneantes no sólo favorecen a la hostelería sino a casi cualquier negocio de
costa ya que suelen hacer acopio de múltiples provisiones (zapatos, ropa,
coches alquilados…) que en sus países resultan más caros.
La opinión
alemana
En
representación del turista extranjero tenemos a Pinkas Ruth que, bajo el lema
“como en España no se come en ningún lugar” disfruta comiendo en las
marisquerías de la costa de Calpe. En la entrevista que le hicimos a Pinkas nos
contó que le parecía sorprendente ver como los restaurantes inventaban
estrategias tan creativas para atraer a lo clientes cuando ofrecen comida tan
buena a tan bajo precio.
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Pinkas Ruth en Calpe |
Cuando lo encontramos sentado en una marisquería de Calpe, los camareros de diferentes chiringuitos y restaurantes estaban invitando a los paseantes a pequeñas degustaciones de lo que ofrecían. Caminar por estas calles es caótico si buscas hacer una buena elección del lugar donde comer.
Pinkas nos
contó que si en su país hubiera tan buena comida a tan bajo precio no habría
bares vacíos.
De este
modo, el turista alemán corrobora la idea de que los precios de la hostelería
alicantina son baratos.
También se
fortifica la teoría de que la hostelería estival que sigue en pié se sostiene
gracias al turismo extranjero.
EL TURISTA NACIONAL: Operación
verano
El
turista nacional es aquel español que en sus vacaciones estivales acude a
las playas de su propio país en busca de los beneficios que el mar aporta. Este
tipo de turistas suelen ocupar las costas españolas una quincena de días al año
entre julio y agosto. Estos meses las grandes ciudades del centro de la
península suelen quedar desiertas. Así la capital española suele parecerse al
Sahara en verano mientras que la costa del Mediterráneo parece un hormiguero
abarrotado de sombrillas, cubos y palas.
La
Autovía del Mediterráneo tiende a parecer un éxodo masivo de golondrinas con 4
ruedas en dirección a las cálidas costas levantinas el 1 de julio y agosto. La
Dirección General de Tráfico refuerza sus campañas publicitarias todos los
veranos y los controles de tráfico se multiplican todos los veranos en la M-30.
Toda precaución es poca para evitar posibles accidentes de tráfico entre los
ansiosos turistas.
¿Hotel o apartamento?
Cuando extremeños, madrileños… y demás habitantes del centro de la península
llegan al levante y buscan desesperados donde alojarse. Los hoteles hace tiempo
que dejaron de ser un medio económico para pasar una quincena en familia y estos veraneantes buscan nuevas
opciones.
Lo
más cómodo suele ser buscar un apartamento que alquilar. De este modo, un
habitante de la costa nunca llega a conocer a sus vecinos ya que cada año son
diferentes; las familias que alquilan sus casas de la costa ven en este
fenómeno de masas una gran opción económica ya que cada alquiler de este estilo
puede estar entre 400 y 600 euros.
Así estos turistas nacionales se instalan en casitas alquiladas durante
una temporada, normalmente se tira la casa por la ventana; se compran trajes de
baño, toallas, colchonetas, bronceadores, revistas del corazón… Cualquier
provisión es poca para las vacaciones estivales. Además, ¿quién tiene ganas de
cocinar en verano? Lo primero que se hace cuando se llega a la costa es buscar
un buen chiringuito donde comer y cenar. No
obstante, la crisis nos ha cogido a todos y cuesta resistirse a venir a la
playa, el magnetismo del Mediterráneo los atrae como avispas a la miel; eso si,
evitando lujos.
En
vacaciones nadie suele cocinar un cocido madrileño, aunque se sea más chulo que
un ocho; pero no cuesta nada hacer una ensaladita de pasta o unos fritos
precocinados del Mercadona. ¡La pela es la pela!
La opinión murciana
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Isabel Castaño en Torrevieja |
Para comprobar esta realidad hablamos con una
turista nacional. Su caso es un poco excepcional. Su familia y ella son
naturales de Cieza, un pueblo murciano. Cada mes de agosto hacían las maletas y
alquilaban algún pisito costero hasta que, hace 20 años, decidieron invertir en
vivienda. La familia Castaño Angosto compró un piso en Torrevieja y todos los
veranos abandonan el pueblo para desplazarse a la costa.
Este
éxodo rural nada tenía que ver con el vivido en España hace 40 años. Esta
migración suponía una inversión económica para la familia bastante importante
pero… “una vez al año no hace daño” y menos si es para disfrutar del verano
levantino.
Pero, Isabel, la hija mayor del matrimonio ciezano nos cuenta como las
vacaciones han ido siendo cada vez más austeras desde que empezó la crisis.
Isabel tiene 24 años, todo el año lo pasa estudiando oposiciones, quiere ser
juez. Ella no recuerda un verano sin Torrevieja y por eso es un buen caso para
explicar estos cambios en la conducta culinaria de los turistas nacionales.
Hemos estado
hablando con ella y nos cuenta…
P-¿Cuánto
tiempo llevas veraneando en Torrevieja?
R-Toda mi
vida recuerdo que mis padres cogían las vacaciones en agosto y todos nos
veníamos aquí, a la costa.
P-¿Qué es lo
que tu familia y tú buscáis de las playas alicantinas?
R-Buscamos
la tranquilidad de la costa, supongo que cuando no vives cerca del mar meter
los pies en la playa es una sensación extraordinaria. Mis padres trabajan muy
duro todo en año y el mes de agosto es para relajarse.
P-¿Quién
cocina normalmente en Cieza? ¿Y en Torrevieja?
R-Normalmente
en Cieza cocina mi padre porque mi madre sale muy tarde de trabajar pero cuando
estamos aquí lo hace mi madre o mi hermana, ella quiere ser cocinera cuando sea
mayor.
P-¿Con que
frecuencia soléis bajar al chiringuito a comer o cenar?
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Isabel
Castaño Angosto y su hermana en un chiringuito de Torrevieja.
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R-(Se ríe)
¿Nunca? (Vuelve a reír). No bajamos casi nunca a no ser que venga visita del
pueblo, aquí tenemos una cocina muy bien equipada. Mi padre y mi madre si
suelen bajar tomarse alguna cerveza antes de comer pero luego suben a casa,
desde hace algunos años ya no solemos comer fuera de casa. No cuesta nada subir
a comer al piso, esta muy cerca. Pero cuando
mi novio viene a verme si que bajamos el y yo, eso sí, paga él (vuelve a
reír)
P-¿Antes
bajabais con más frecuencia?
R-¡Por
supuesto! Yo hacía el agosto gallego. Debajo de mi
casa había un restaurante gallego, los dueños eran amigos de mis padres y
comíamos y cenábamos todos los días ahí. La única comida que hacíamos en casa
era el desayuno en el balcón. Mi madre decía que en vacaciones no se trabajaba.
P-¿Qué es lo
que más echas de menos de comer fuera?
R-Todo, la
comida de los restaurantes sabe mejor. Además luego no hay que fregar platos.
AUTOCTONO ALICANTINO: Vamos a la
playa, calienta el sol
Otro gran sector encargado de atestar las playas alicantinas es el “autóctono”.
Este tipo de veraneantes es el que antes pisa las playas. No necesitan muchas
horas de carretera para venir a las costas de alicante.
Para
este colectivo el chiringuito de playa siempre ha sido considerado una estafa
que atraía a turistas.
Una
persona que lleva toda la vida viviendo en la costa alicantina es incapaz de
someterse a los precios para extranjeros de los chiringuitos.
No
obstante hay dos tipos de autóctonos; el natural de la ciudad costera y el que
vive muy cerca.
Turista autóctono costero
El
natural lleva todo el año viendo las olas del mar y esta más que acostumbrado a comer en casa con su familia. Este tipo
de autóctonos suele salir a comer fuera de casa cuando le apetece y no cuando
marca el calendario estival, además sabe de sobra donde se come bien sin que te
estafen. El gasto que esta persona puede hacer en un chiringuito es un
esporádico, café o helado, y siempre vuelve a su tumbona renegando del precio.
Esta persona es la que, en tiempos de crisis, alquila su casa a alguna familia
extranjera durante sus vacaciones. Procura siempre buscar otros destinos
vacacionales.
Isabel
Lucena Rojas vive en Arenales del Sol, una pedanía ilicitana, y nos
cuenta cómo es el día a día en una ciudad costera y qué piensa a cerca del
chiringuito.
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Isabel
Lucena Rojas paseando en Arenales del Sol
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P-¿Cómo se
vive la llegada de turistas estivales a tu ciudad?
R- La verdad
es que estoy tan acostumbrada que no lo veo como un fenómeno a destacar sino
como lo normal. Durante todo el año Arenales es una zona desierta en la que
cuesta encontrar un lugar donde comprar tabaco más tarde de las 23:00 horas.
Conforme va entrando el buen tiempo empieza a llegar más gente, al principio
poco a poco hasta que… De pronto es agosto y no puedes colocar tu toalla en la
arena.
P-¿Te gusta
que vengan tantos turistas?
R-Mmm… Por
una parte me encanta el ajetreo de gente y escuchar tantos idiomas mezclados
pero, por otra parte me fastidia bastante cuando salgo a correr por la playa
por la mañana y tropiezo con cualquier lata de Coca Cola o desechos que los
turistas se dejan. Pero en general me gusta porque el pueblo cobra vida.
P-¿Sueles
comer fuera de casa?
R-Pues no la
verdad, sólo como fuera cuando voy a Elche a ver a mis amigas. No me gusta
mucho la comida de los bares, como la que hace mi madre no hay ninguna así que
pocas veces como en algún bar de Arenales.
R-Opino que
son excesivamente caros y que la relación calidad-precio no existe. Pocas veces
he comido en algún puesto de estos y cuando lo he hecho y han traído la cuenta
he pensado en salir corriendo.
P-¿Suele
haber mucha gente en los chiringuitos?
R- En
relación con la basura que venden sí. Para mi gusto no debería haber nadie en
esos sitios comiendo porque es muy caro y la comida no está buena pero en fin,
cada uno con su dinero que haga lo que quiera. Antes había más gente en los
chiringuitos haciendo cola para comer, ahora parece ser que se estila más el
aperitivo antes de comer pero aun así veo bastante gente comiendo cuando vengo
de trabajar.
Turista autóctono de INTERIOR:
Pero
hay otro tipo de veraneante autóctono que es el que vive cerca de la playa
(pongamos 20 kilómetros como máximo) y acude a la costa alicantina con relativa
frecuencia durante el año. Estas personas pueden consumir algo más en el
chiringuito pero raras veces degusta una paella chiringuitera. A estas personas les resulta muy fácil llegar a la
playa pero no les resulta cómodo ir a sus casas a comer. Es decir, este sector
no hace noche en la costa pero tampoco puede subir a comer a casa y son los
portavoces número uno del bocata y la fiambrera.
Un buen
ejemplo para definir a este colectivo es Elche-Santa Pola. Los ilicitanos jamás
alquilan un piso en Santa Pola, pero van a pasar allí el día un par de veces
por semana.
A pesar de
no vivir en contacto directo con el chiringuito saben que es un lujo que cuesta
costearse así que traen comida de casa cuando van a la playa y la degustan bajo
la sombrilla.
Nos encontramos con Saray Rosillo Castellano en Urbanova comiendo un sándwich
así que le preguntamos de donde viene y qué suele comer:
P-¿De
que parte de Alicante vienes?
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Saray
Rosillo comiendo en Urbanova.
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R- Vengo de
Elche, a penas tardo 20 minutos en llegar.
P-¿Cada
cuanto sueles venir?
R-Vengo más
o menos 3 o 4 veces a la semana porque estoy de vacaciones y en Elche me aburro
mucho.
P-Entonces,
¿comes sándwiches 3 o 4 veces a la semana?
R-¡No!
Normalmente me suelo traer una fiambrera con ensalada de pasta, macedonia,
gazpacho… Pocas veces me suelo traer bocatas o sándwiches la verdad.
P-Vemos que
llevas una botella de agua congelada, ¿por qué?
R-(Se ríe)
Es que cuando llevas un rato al sol el agua se pone muy caliente así que yo me
la traigo congelada de casa y siempre tengo agua fresca.
P-Bueno, si
se te calienta el agua puedes ir a comprar al bar, ¿no?
R-¡Jamás!
Bastante es que ahora tengo que pagar el autobús que me trae a la playa y que
antes era gratis. Yo no trabajo y los 2 euros que te puede costar una botella
de agua en el bar me sirven para volver a Elche.
Los hoteles notan el descenso de
turistas:
Según
las fuentes del gabinete de estudios de la cámara oficial de comercio,
industria y navegación de Alicante, desde que comenzara en 2007 la crisis
económica la ocupación estival (datos de julio y agosto) de hoteles alicantinos
ha sufrido una grave recesión.

Aunque son
más los turistas extranjeros que contribuyen a la desertificación de los
hoteles de la provincia, el descenso afecta más a los turistas españoles que se
reducen a cifras que hacen peligrar la hostelería alicantina.