martes, 21 de agosto de 2012

Chiringuito vs. bocata

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Chiringuito vs. Bocata

 Llega el verano y las playas alicantinas se llenan de turistas que vienen de todas partes a disfrutar del magnífico clima español. Aunque cada vez son menos los beneficios económicos que el turismo estival aporta a la hostelería alicantina seguimos teniendo que hacer cola para degustar una paella valenciana en primera línea de playa.

Esto se debe en gran medida a que los turistas que vienen a disfrutar de su verano a España no tienen ganas de cocinar en sus vacaciones y, además les resulta mucho más barato comer que en sus países.
No obstante el turismo alicantino no es sólo extranjero, también hay mucho turismo nacional que no ve diferencias de precios en la comida y prefiere cocinar en casa. Este tipo de turistas siguen frecuentando los chiringuitos de playa, pero con menos frecuencia.
Y el tercer gran grupo que abarrota las playas es el autóctono, personas que viven en la playa o cerca y que antes podían permitirse el lujo de tomarse una cervecita en el chiringuito y ahora ya no.

Diferenciamos los tres colectivos turísticos que abarrotan, o no, los chiringuitos costeros:


EL TURISTA EXTRANJERO: Próxima estación con parada: España.

El turista extranjero es aquel que viene a las costas del levante desde cualquier país del mundo, aunque normalmente suelen ser europeos. En busca de climas paradisíacos, buena comida, fiesta y algo de historia y cultura, los turistas extranjeros encuentran en las costas españolas la mejor respuesta a sus espectativas veraniegas.
Bajo estos parámetros las playas españolas se llenan de turistas europeos cada verano que se distinguen por sus doradas cabelleras y rosadas pieles.
Este tipo de turista también busca lo mejor para su economía, es decir, no viene de sibarita pero en su país los precios son más caros así que este turista puede hacerle frente a casi cualquier precio español.
Gracias a los turistas extranjeros la hostelería alicantina sigue en pie. Los hoteles abren sus puertas casi en exclusiva para ellos. 

El turismo extranjero es la principal fuente de ingresos estival alicantina

El turista extranjero ve barata una paella a 30 euros a pie de playa así que es el prototipo de comensal en un chiringuito costero, además de un gran bebedor capaz de levantar la economía de cualquier pub de costa.
Este tipo de veraneantes no sólo favorecen a la hostelería sino a casi cualquier negocio de costa ya que suelen hacer acopio de múltiples provisiones (zapatos, ropa, coches alquilados…) que en sus países resultan más caros.

La opinión alemana 
En representación del turista extranjero tenemos a Pinkas Ruth que, bajo el lema “como en España no se come en ningún lugar” disfruta comiendo en las marisquerías de la costa de Calpe. En la entrevista que le hicimos a Pinkas nos contó que le parecía sorprendente ver como los restaurantes inventaban estrategias tan creativas para atraer a lo clientes cuando ofrecen comida tan buena a tan bajo precio.
Pinkas Ruth en Calpe

 Cuando lo encontramos sentado en una marisquería de Calpe, los camareros de diferentes chiringuitos y restaurantes estaban invitando a los paseantes a pequeñas degustaciones de lo que ofrecían. Caminar por estas calles es caótico si buscas hacer una buena elección del lugar donde comer.
Pinkas nos contó que si en su país hubiera tan buena comida a tan bajo precio no habría bares vacíos.
De este modo, el turista alemán corrobora la idea de que los precios de la hostelería alicantina son baratos.
También se fortifica la teoría de que la hostelería estival que sigue en pié se sostiene gracias al turismo extranjero.



EL TURISTA NACIONAL: Operación verano

El turista nacional es aquel español que en sus vacaciones estivales acude a las playas de su propio país en busca de los beneficios que el mar aporta. Este tipo de turistas suelen ocupar las costas españolas una quincena de días al año entre julio y agosto. Estos meses las grandes ciudades del centro de la península suelen quedar desiertas. Así la capital española suele parecerse al Sahara en verano mientras que la costa del Mediterráneo parece un hormiguero abarrotado de sombrillas, cubos y palas.
  La Autovía del Mediterráneo tiende a parecer un éxodo masivo de golondrinas con 4 ruedas en dirección a las cálidas costas levantinas el 1 de julio y agosto. La Dirección General de Tráfico refuerza sus campañas publicitarias todos los veranos y los controles de tráfico se multiplican todos los veranos en la M-30. Toda precaución es poca para evitar posibles accidentes de tráfico entre los ansiosos turistas.

¿Hotel o apartamento?

  Cuando extremeños, madrileños… y demás habitantes del centro de la península llegan al levante y buscan desesperados donde alojarse. Los hoteles hace tiempo que dejaron de ser un medio económico para pasar una quincena en familia y estos veraneantes buscan nuevas opciones.
  Lo más cómodo suele ser buscar un apartamento que alquilar. De este modo, un habitante de la costa nunca llega a conocer a sus vecinos ya que cada año son diferentes; las familias que alquilan sus casas de la costa ven en este fenómeno de masas una gran opción económica ya que cada alquiler de este estilo puede estar entre 400 y 600 euros.


Así estos turistas nacionales se instalan en casitas alquiladas durante una temporada, normalmente se tira la casa por la ventana; se compran trajes de baño, toallas, colchonetas, bronceadores, revistas del corazón… Cualquier provisión es poca para las vacaciones estivales. Además, ¿quién tiene ganas de cocinar en verano? Lo primero que se hace cuando se llega a la costa es buscar un buen chiringuito donde comer y cenar.   No obstante, la crisis nos ha cogido a todos y cuesta resistirse a venir a la playa, el magnetismo del Mediterráneo los atrae como avispas a la miel; eso si, evitando lujos. 
En vacaciones nadie suele cocinar un cocido madrileño, aunque se sea más chulo que un ocho; pero no cuesta nada hacer una ensaladita de pasta o unos fritos precocinados del Mercadona. ¡La pela es la pela!   

La opinión murciana
Isabel Castaño en Torrevieja
 Para comprobar esta realidad hablamos con una turista nacional. Su caso es un poco excepcional. Su familia y ella son naturales de Cieza, un pueblo murciano. Cada mes de agosto hacían las maletas y alquilaban algún pisito costero hasta que, hace 20 años, decidieron invertir en vivienda. La familia Castaño Angosto compró un piso en Torrevieja y todos los veranos abandonan el pueblo para desplazarse a la costa.
  Este éxodo rural nada tenía que ver con el vivido en España hace 40 años. Esta migración suponía una inversión económica para la familia bastante importante pero… “una vez al año no hace daño” y menos si es para disfrutar del verano levantino.
  Pero, Isabel, la hija mayor del matrimonio ciezano nos cuenta como las vacaciones han ido siendo cada vez más austeras desde que empezó la crisis. Isabel tiene 24 años, todo el año lo pasa estudiando oposiciones, quiere ser juez. Ella no recuerda un verano sin Torrevieja y por eso es un buen caso para explicar estos cambios en la conducta culinaria de los turistas nacionales.

Hemos estado hablando con ella y nos cuenta…
P-¿Cuánto tiempo llevas veraneando en Torrevieja?
R-Toda mi vida recuerdo que mis padres cogían las vacaciones en agosto y todos nos veníamos aquí, a la costa.
P-¿Qué es lo que tu familia y tú buscáis de las playas alicantinas?
R-Buscamos la tranquilidad de la costa, supongo que cuando no vives cerca del mar meter los pies en la playa es una sensación extraordinaria. Mis padres trabajan muy duro todo en año y el mes de agosto es para relajarse.
P-¿Quién cocina normalmente en Cieza? ¿Y en Torrevieja?
R-Normalmente en Cieza cocina mi padre porque mi madre sale muy tarde de trabajar pero cuando estamos aquí lo hace mi madre o mi hermana, ella quiere ser cocinera cuando sea mayor.
P-¿Con que frecuencia soléis bajar al chiringuito a comer o cenar?
Isabel Castaño Angosto y su hermana en un chiringuito de Torrevieja.

R-(Se ríe) ¿Nunca? (Vuelve a reír). No bajamos casi nunca a no ser que venga visita del pueblo, aquí tenemos una cocina muy bien equipada. Mi padre y mi madre si suelen bajar tomarse alguna cerveza antes de comer pero luego suben a casa, desde hace algunos años ya no solemos comer fuera de casa. No cuesta nada subir a comer al piso, esta muy cerca. Pero cuando mi novio viene  a verme si que bajamos el y yo, eso sí, paga él (vuelve a reír)
P-¿Antes bajabais con más frecuencia?
R-¡Por supuesto! Yo hacía el agosto gallego. Debajo de mi casa había un restaurante gallego, los dueños eran amigos de mis padres y comíamos y cenábamos todos los días ahí. La única comida que hacíamos en casa era el desayuno en el balcón. Mi madre decía que en vacaciones no se trabajaba.
P-¿Qué es lo que más echas de menos de comer fuera?
R-Todo, la comida de los restaurantes sabe mejor. Además luego no hay que fregar platos.


 AUTOCTONO ALICANTINO: Vamos a la playa, calienta el sol
   
Otro gran sector encargado de atestar las playas alicantinas es el “autóctono”. Este tipo de veraneantes es el que antes pisa las playas. No necesitan muchas horas de carretera para venir a las costas de alicante.
Para este colectivo el chiringuito de playa siempre ha sido considerado una estafa que atraía a turistas. 
Una persona que lleva toda la vida viviendo en la costa alicantina es incapaz de someterse a los precios para extranjeros de los chiringuitos.
No obstante hay dos tipos de autóctonos; el natural de la ciudad costera y el que vive muy cerca.

Turista autóctono costero
  El natural lleva todo el año viendo las olas del mar y esta más que acostumbrado a comer en casa con su familia. Este tipo de autóctonos suele salir a comer fuera de casa cuando le apetece y no cuando marca el calendario estival, además sabe de sobra donde se come bien sin que te estafen. El gasto que esta persona puede hacer en un chiringuito es un esporádico, café o helado, y siempre vuelve a su tumbona renegando del precio. Esta persona es la que, en tiempos de crisis, alquila su casa a alguna familia extranjera durante sus vacaciones. Procura siempre buscar otros destinos vacacionales.

Isabel  Lucena Rojas vive en Arenales del Sol, una pedanía ilicitana, y nos cuenta cómo es el día a día en una ciudad costera y qué piensa a cerca del chiringuito.

Isabel Lucena Rojas paseando en Arenales del Sol 
P-¿Cómo se vive la llegada de turistas estivales a tu ciudad?
R- La verdad es que estoy tan acostumbrada que no lo veo como un fenómeno a destacar sino como lo normal. Durante todo el año Arenales es una zona desierta en la que cuesta encontrar un lugar donde comprar tabaco más tarde de las 23:00 horas. Conforme va entrando el buen tiempo empieza a llegar más gente, al principio poco a poco hasta que… De pronto es agosto y no puedes colocar tu toalla en la arena.
P-¿Te gusta que vengan tantos turistas?
R-Mmm… Por una parte me encanta el ajetreo de gente y escuchar tantos idiomas mezclados pero, por otra parte me fastidia bastante cuando salgo a correr por la playa por la mañana y tropiezo con cualquier lata de Coca Cola o desechos que los turistas se dejan. Pero en general me gusta porque el pueblo cobra vida.
P-¿Sueles comer fuera de casa?
R-Pues no la verdad, sólo como fuera cuando voy a Elche a ver a mis amigas. No me gusta mucho la comida de los bares, como la que hace mi madre no hay ninguna así que pocas veces como en algún bar de Arenales.
P-¿Qué opinas acerca de los chiringuitos de Arenales?
R-Opino que son excesivamente caros y que la relación calidad-precio no existe. Pocas veces he comido en algún puesto de estos y cuando lo he hecho y han traído la cuenta he pensado en salir corriendo.
P-¿Suele haber mucha gente en los chiringuitos?
R- En relación con la basura que venden sí. Para mi gusto no debería haber nadie en esos sitios comiendo porque es muy caro y la comida no está buena pero en fin, cada uno con su dinero que haga lo que quiera. Antes había más gente en los chiringuitos haciendo cola para comer, ahora parece ser que se estila más el aperitivo antes de comer pero aun así veo bastante gente comiendo cuando vengo de trabajar.

Turista autóctono de INTERIOR:
Pero hay otro tipo de veraneante autóctono que es el que vive cerca de la playa (pongamos 20 kilómetros como máximo) y acude a la costa alicantina con relativa frecuencia durante el año. Estas personas pueden consumir algo más en el chiringuito pero raras veces degusta una paella chiringuitera. A estas personas les resulta muy fácil llegar a la playa pero no les resulta cómodo ir a sus casas a comer. Es decir, este sector no hace noche en la costa pero tampoco puede subir a comer a casa y son los portavoces número uno del bocata y la fiambrera.
Un buen ejemplo para definir a este colectivo es Elche-Santa Pola. Los ilicitanos jamás alquilan un piso en Santa Pola, pero van a pasar allí el día un par de veces por semana.
A pesar de no vivir en contacto directo con el chiringuito saben que es un lujo que cuesta costearse así que traen comida de casa cuando van a la playa y la degustan bajo la sombrilla.

Nos encontramos con Saray Rosillo Castellano en Urbanova comiendo un sándwich  así que le preguntamos de donde viene y qué suele comer:

P-¿De que parte de Alicante vienes?
Saray Rosillo comiendo en Urbanova.
R- Vengo de Elche, a penas tardo 20 minutos en llegar.
P-¿Cada cuanto sueles venir?
R-Vengo más o menos 3 o 4 veces a la semana porque estoy de vacaciones y en Elche me aburro mucho.
P-Entonces, ¿comes sándwiches 3 o 4 veces a la semana?
R-¡No! Normalmente me suelo traer una fiambrera con ensalada de pasta, macedonia, gazpacho… Pocas veces me suelo traer bocatas o sándwiches la verdad.
P-Vemos que llevas una botella de agua congelada, ¿por qué?
R-(Se ríe) Es que cuando llevas un rato al sol el agua se pone muy caliente así que yo me la traigo congelada de casa y siempre tengo agua fresca.
P-Bueno, si se te calienta el agua puedes ir a comprar al bar, ¿no?
R-¡Jamás! Bastante es que ahora tengo que pagar el autobús que me trae a la playa y que antes era gratis. Yo no trabajo y los 2 euros que te puede costar una botella de agua en el bar me sirven para volver a Elche.

Los hoteles notan el descenso de turistas:
 Según las fuentes del gabinete de estudios de la cámara oficial de comercio, industria y navegación de Alicante, desde que comenzara en 2007 la crisis económica la ocupación estival (datos de julio y agosto) de hoteles alicantinos ha sufrido una grave recesión. 
Los datos indican que en 2007 1.376.811 de españoles ocuparon hoteles alicantinos, mientras que en 2010 tan solo 1.232.688; es decir, 144.123 turistas menos españoles en 3 años. En cambio, en 2007 los hoteles de Alicante contaron con una ocupación de 2436012 turistas extranjeros mientras que en 2010 la cifra descendió hasta 2217700; es decir 218.312 turistas extranjeros menos.


Aunque son más los turistas extranjeros que contribuyen a la desertificación de los hoteles de la provincia, el descenso afecta más a los turistas españoles que se reducen a cifras que hacen peligrar la hostelería alicantina.












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